"NO ES NO"
PRAXEDES NAVARRO MARIN
Desde los últimos años varias mujeres han sido violadas en San Fermín, cuantísimas más habrán sido agredidas, manoseadas, toqueteadas, vilipendiadas, humilladas por tantos machos enardecidos. Desde el año pasado y a raíz del mediático caso de “La Manada”, en la que una chica fue violada por cinco jóvenes sevillanos (entre los que se encontraba un guardia civil y un militar), Pamplona se ha volcado contra las agresiones sexuales en San Fermín. Sin más remedio, las instituciones se ven obligadas a lanzar campañas de concienciación y es entonces cuando se alzan las manos rojas. Se crea una App (Alertcops San Fermín) para notificar al momento cualquier agresión. Son 3500 agentes encargados de la seguridad en sanfermines, hemos pasado del tópico festivo “del todo vale” al “no es no”, o al “metachodemacho”. Ahora el Ayuntamiento anima a las mujeres agredidas y a la ciudadanía en general a denunciar este tipo de conductas. La premisa inicial es la atención a la mujer agredida para que esta no se sienta estigmatizada o culpabilizada que no sea re-victimizada por los medios de comunicación o la sociedad.
Pero
¿Cómo vamos a lograr esto?, si son los propios medios de comunicación o la
propia sociedad la que continúa culpando a la mujer. Y son los propios medios
de comunicación en parte los culpables de haber llegado a este punto por
ofrecer la representación del cuerpo de la mujer como el cuerpo del deseo. Si
resulta que los tertulianos televisivos opinan que es por culpa de la algarabía
de la fiesta, o del despiporre, del estar en medio de esa masa humana, de las
copas que van en el cuerpo, es por culpa de tu atuendo, del escote o el
pantalón corto. Es por todo eso por lo
que alguien te soltará un “piropo”, te tocará el culo, o el pecho, te
intentarán levantar la camiseta, o besarte, y así cualquier agresión sexual que
se nos ocurra. Resulta que todo es culpa de la mujer por provocar. Es la mujer
la que incita que la toquen. Está pidiendo guerra. Y estamos cansadas. Porque
una fiesta no es sinónimo de abuso. Y el problema no es llevar la camiseta
subida o bajada, porque te van a mirar atravesándote de forma lasciva, porque
te pueden tocar igual, te pueden meter mano lleves la ropa que lleves. Enseñar
no es ofrecer. Ojalá las mujeres pudiésemos hacer lo que nos diese la gana con
nuestro cuerpo. Y lamentablemente no es así, no somos libres para hacer lo que
queramos con nuestro cuerpo. Tampoco lo sois los hombres que veis a las mujeres
como disponibles, y que abusando de ellas sois unos machos campeones.
Nos
equivocamos al hacer responsable a la mujer, a la persona que sufre los abusos.
Las mujeres no provocamos las agresiones sexuales con nuestro cuerpo. Es la
cultura visual, la publicidad, el cine, los anuncios, la televisión, la que se
ha encargado de crear al cuerpo de la mujer como el de un objeto disponible. El
cuerpo de la mujer es el deseo, el pecado. Es de usar y tirar, sin embargo, el
cuerpo del hombre es para dominar. Y así nos lo muestran continuamente. Y mientras el cuerpo de la mujer sea
representado como un objeto, seguiremos sufriendo agresiones.
Cómo
vamos a lograr cambiar esto, si los mensajes después de una agresión o un abuso
hacen recaer la responsabilidad de lo que ha sucedido sobre ellas: “cuéntalo, no lo permitas, no te calles,
denuncia…”. Y la cosa no va sólo con ellas. La cosa también es de los
hombres. Es de las firmas de moda, de la publicidad, de los medios de
comunicación. Las cadenas televisivas usan los cuerpos de las mujeres como
reclamo, las venden semidesnudas para aumentar su rating. El cine muestra a los
hombres poderosos y victoriosos a través del uso de la fuerza, el abuso, la
violencia, el sometimiento. Son estos medios quienes nos agreden con sus
representaciones estereotipadas
permanentemente, y de este modo continúa reforzándose la violencia.
Siendo ellos los influyentes verdaderamente en la sociedad, y en la
representación del cuerpo de la mujer y del hombre. Ellos son capaces de
influir en las personas y mitigar agresiones. Son ellos los que influyen a
diario en el imaginario colectivo. Y mientras se sigan normalizando todas esas
actitudes no avanzaremos un ápice, y no conseguiremos erradicar la violencia
por muchas campañas que se inicien, porque los grandes responsables de las
agresiones en las fiestas no son las mujeres que una vez al año, se levantan su
camiseta.
Empecemos
a tratar este tema desde antes de esa agresión, abuso o violencia sexual.
Empecemos a instaurarlo en nuestras casas, Empecemos a educarnos en la
igualdad. Educarnos para vestir como queramos; porque la piel que podemos
mostrar no es igual a la que se puede tocar. Porque enseñar el pecho no es un
llamamiento a tener sexo. Y la medida de nuestra ropa sea escote o sea falda no
equivale a ningún deseo sexual. Educarnos para que el nivel de alcohol no sea
aceptación de nada. Educarnos para que el ser simpática o amable no suponga un
contacto ni un coito. Educarnos para no tener que ir acompañada a altas horas
de la noche. Educarnos para que no todo valga en una fiesta. Quizás durante
muchos años hemos sido educados en el desprecio a las mujeres y debemos educarnos
para ser libres y decidir quiénes queremos ser.
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